Un conde de Álava llamado Erramel fundó Errameluri. Así comienza la historia de un enclave.
En este lugar, rodeado de viñedos centenarios, se encuentra un antiguo lagar, y también uno de los restos vitivinícolas más antiguos de La Rioja.
En el siglo XIV, los monjes Jerónimos se asentaron en estas tierras donde crearon una finca monástica dependiente del santuario de Toloño, en lo alto de esta montaña. Los cultivos de la finca están ubicados de tal manera que están protegidos del viento y las heladas. En su entorno aún quedan restos de poblaciones prehistóricas, romanas, visigodas, árabes y medievales, que hablan de una actividad agrícola desde la antigüedad. Así pasan los siglos, hasta que en 1967 Jaime Rodríguez Salís y Amaya Hernandorena adquieren la finca. Desde entonces, la Granja de Nuestra Señora de Remelluri ha ido recuperando sus antiguos terrenos. Es en 2009 cuando el hijo de Jaime y Amaya, el reconocido 'bodeguero' Telmo Rodríguez vuelve al proyecto, tras recuperar viñedos históricos por toda España.
Actualmente cuenta con 154 hectáreas, de las cuales 90 son de viñedo. Entre los patios de la bodega hay una fuente por donde mana (y se puede beber) el agua de la Fuente de la Calabaza, que procede de las aguas subterráneas del Monte Toloño. Desde allí continúa un camino que discurre por un corredor de arbustos autóctonos, olivos y árboles frutales centenarios, hasta llegar a la ermita del siglo XI. Desde la ermita se vuelve a la pista entre viñedos y se desciende hacia el sur hasta llegar a una pequeña cabaña con techo a dos aguas y paredes de arenisca, ejemplo de las numerosas cabañas para viticultores de la zona. Los viñedos se trabajan en agricultura tradicional.
Al sureste se encuentra la necrópolis altomedieval, también llamada Tumba de Santa Eulalia. Se trata de más de 300 enterramientos antropomórficos excavados en la roca para enterrar a los colonos cristianos que poblaron el valle de Remelluri entre los siglos X y XI. El viñedo reúne 200 parcelas con una superficie media de 0,6 hectáreas repartidas en tres pequeños valles a los pies del monte Toloño y un espectacular bloque calizo de 1.272 metros de altura que protege la propiedad de los temporales atlánticos. En sus laderas, desde los 800 metros de altura, los bosques de robles se fusionan con los primeros viñedos. Esta situación de límite climático favorece una maduración suave y tardía de la uva.
El cultivo se realiza de forma ecológica, los campos no se tratan con productos sistémicos ni herbicidas y el uso de tratamientos biodinámicos permite potenciar la tipicidad de un enclave privilegiado e histórico de Rioja.