La familia Fariña goza del reconocimiento de haber sido uno de los principales artífices del desarrollo de la D.O. Toro. La continua innovación dirigida a una producción de calidad, el respeto al terruño, y el profundo conocimiento de la variedad autóctona, la TINTA DE TORO, han sido pilares fundamentales de su filosofía enológica.

Más de 300 hectáreas de viñedo propio permiten a esta bodega un control de producción integral y una óptima orientación de sus elaboraciones hacia la calidad y singularidad de sus vinos.

La amplia gama de vinos con una marcada personalidad y con el carácter de la zona, ha sido clave para que esta bodega sea una de las más atractivas del panorama vitivinícola español. Sus tintos son estructurados, muy adecuados para la crianza en madera, y presentan una excelente evolución en el tiempo. Los blancos y rosados son afrutados, frescos y de gran intensidad aromática. Todos ellos componen un verdadero muestrario de singularidad y elegancia.

Un paisaje de viñas viejas, posiblemente de las más viejas de España, y una construcción exterior inspirada en la arquitectura tradicional, contrastan con la alta tecnología del interior de una bodega que representa por sí misma el equilibrio entre tradición y modernidad que Fariña ha mantenido en toda su trayectoria.

Sus depósitos de elaboración de acero inoxidable y el sistema de control de temperatura en la fermentación daban fe, ya hace casi treinta años, del espíritu vanguardista de Fariña.

Un espléndido edificio de dos plantas, con los techos en madera laminada, alberga en su interior la sala de crianza. Su atractiva estética y el riguroso control de temperatura y humedad, permiten intuir la importancia que Fariña otorga al envejecimiento de sus vinos. A cinco metros de profundidad, un parque de más de 1.800 barricas de roble francés y americano, dotarán a los crianzas de Fariña de una buena parte de su marcada personalidad. En la misma planta, se encuentran las tinas de roble francés de 16.000 lts. cada una, que ayudan a conseguir este objetivo. En ellas se llevan a cabo las fermentaciones malolácticas de algunas elaboraciones y se completan los coupages de las producciones más limitadas.

La inquietud de Manuel Fariña por la influencia de la madera en los vinos de Toro, le ha llevado a experimentar con todo tipo de robles y de tostados en barricas para conseguir unos vinos originales y complejos.